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Energías de la Personalidad

Actualizado: 3 ene 2022



Llevo años estudiando e investigando sobre cómo funcionamos por dentro, y te puedo asegurar que nuestro sistema dimensional es de lo más complejo que nos vamos a encontrar. Tanto es así que hay cosas que todavía no sabemos cómo funcionan, mientras siguen funcionando.


Base: Supervivencia

Lo primero que necesitamos entender de nuestro funcionamiento interno es que estamos heches para sobrevivir. Así que ese funcionamiento racional que todes llevamos dentro, no es algo negativo que deba cambiar, sino una forma de sobrevivir que ha llegado hasta nuestros días. Por supuesto, algunas formas de sobrevivir pueden llevarnos al sufrimiento, pero dentro de la supervivencia están cumpliendo su función (es decir, no morirse) por lo que es muy importante respetar esto. Si bien esto no quita que no podamos revisar estas estrategias, cuestionarlas e incluso cambiarlas por otras que no nos hagan sufrir. Ese es parte de nuestro trabajo como terapeutas.


Esta supervivencia deja en un segundo plano una parte de nosotres muy importante que está presente desde que nacemos: nuestra esencia. Podemos conocer esencia como toda esa impronta con la que venimos al mundo, ciertas tendencias comportamentales o energía que proyectamos. Quizá nos hemos referido a ella como alma, también podemos hablar de autenticidad, pero lo cierto es que es esa parte innata que aún no sabemos de dónde viene ni exactamente cómo funciona, aunque hay muchas teorías al respecto.


Heridas y Trauma

Aún sobreviviendo, dentro de nuestro desarrollo nos vamos a encontrar con situaciones que nos dejarán huella. Situaciones en las que nos sentimos en peligro, rechazades, incapaces, culpables, entre otras posibles consecuencias. Vivir estas situaciones nos hace crecer, aunque también nos impulsan a aprender cómo funciona el mundo y/o las personas. Incluso pueden generar creencias nucleares que se quedan en nuestra parte inconsciente y tienen una influencia muy grande en nuestro comportamiento a lo largo de la vida sin que nos demos cuenta.


Por ejemplo, una niña que ha vivido con unos padres que no le han atendido en sus necesidades más básicas, puede aprender que el mundo es peligroso constantemente y esto desencadenar una serie de comportamientos de preocupación/obsesión por las necesidades básicas de sí misma y las personas de su alrededor durante toda su vida.


Además, estas situaciones también pueden generar creencias sobre nosotres mismes que funcionan de la misma manera que las creencias nucleares. Si cogemos el ejemplo anterior, esta niña puede creer que no es una persona importante y desarrollar algunas estrategias como pasar siempre desapercibida o poner a les demás por delante de ella.


Identidad y personalidad

Cuando desarrollamos el sentido del yo a lo largo de la infancia, necesitamos anclarnos a algunos aspectos que nos definan y así saber quiénes somos. Saber quiénes somos es importante para sentirnos segures en el mundo y generar una sensación de pertenencia en el mismo. Esta identificación comienza por los mensajes que recibo del exterior (lo que dicen les demás de mí) y se confirma con mis propios comportamientos cuando son acordes a esas descripciones.

Nuestra necesidad de pertenencia como necesidad básica humana hace de este proceso uno de los más importantes de nuestro desarrollo. Tanto es así que acabamos generando una forma estable de funcionar respecto a nuestra identidad, lo que comúnmente llamamos personalidad.


La personalidad es una estructura estable que se genera de nuestra esencia y la influencia de las situaciones y entorno en el que hemos vivido. Cuando hemos vivido muchas situaciones que han generado heridas y creencias nucleares que nos llevan a estrategias de supervivencia que nos hacen sufrir, esa forma de funcionar puede estancarse y hacer que suframos sólo por "ser como somos", es decir, por nuestra forma de funcionar estable (personalidad).


Personalidad y Trauma

Si todo eso que hemos vivido ha impactado hasta el punto de identificarnos con ello y marcar así nuestra personalidad, nuestra forma de funcionar puede hacernos daño a nosotres y a las personas de nuestro alrededor.


No elegimos la cantidad de impacto que nos genera lo que nos pasa en la vida, ni cómo hemos reaccionado a ello. La mayoría de veces que vivimos situaciones de indefensión nuestra respuesta es instintiva y automática, las consecuencias que genera en nuestro sentido del yo son fruto de la huella que haya dejado ese impacto. Si volvemos al ejemplo anterior, la niña no elige sentir que no le importa a nadie, aunque eso la lleve a discutir con otras personas cuando no le hacen caso.


Energía y personalidad

Cuando vemos la personalidad como algo estable e inamovible podemos sentir miedo de no poder cambiarla si nos está haciendo sufrir. Aunque sí se trata de una estructura estable, necesitamos entender que se vuelve rígida con el sufrimiento como forma de protegernos de lo que hemos vivido. Que sea una estructura y sea estable no significa que no se mueva o se transforme.


Ver la personalidad como una energía que fluye significa ver nuestra esencia como lo que es (única y diferente) y comprender que de ella han salido ciertos movimientos en mí que fluyen en una o varias direcciones. Es como si viéramos la esencia como una luz de un color, y la personalidad como el recorrido que hace esa luz, puede tener diferentes formas e ir en muchas direcciones pero el aspecto lo mantiene.


Cuando podemos ver el flujo de nuestra personalidad: ver dónde se bloquea, cómo reacciona ante sus heridas y traumas, qué intenta que les demás no vean; entonces podemos tener la consciencia de llevarla en otras direcciones. Cuando podemos ver el flujo de la energía de nuestra personalidad, poco a poco empezamos a ver nuestro propio color único (esencia) y apreciarlo por lo que aporta al mundo y el resto de personas. Cuando podemos ver nuestro flujo energético de personalidad nos resulta más fácil ver el flujo de otras personas y comprender que ellas también se atascan y no siempre están intentando atascarme a mí.


Ver la personalidad como una energía que fluye es plantar una semilla de compasión y respeto hacia une misme, dándonos la oportunidad de liderar los cambios que queremos hacer, en lugar de juzgarnos y obligarnos a cambiar "lo que no está bien". Nos ayuda a ver que el dolor que tenemos se atiende y se cura, en lugar de taparlo hasta que explota y hace (más) daño.


Esta perspectiva es una propuesta a liberarnos y adueñarnos de nuestra vida y de nuestra esencia, desde un lugar de belleza, apreciando lo que tengo dentro de mí aún cuando es oscuro, hace daño o incluso no gusta a les demás o a mí misme. Es un camino de apertura muy necesario para dejar de intentar controlarnos a nosotres, a nuestras emociones, a nuestra mente e incluso a nuestro cuerpo que vive todo lo que bloqueamos. Se trata de comprender que la espiritualidad forma parte del camino de sanar, llevándola al núcleo: mi personalidad.





Si quieres profundizar más en esta perspectiva, te recomiendo el Nivel 2 de mi Patreon, donde cada mes doy clases e información extra sobre los tipos de energía de la personalidad y las herramientas que utilizo para valorar estos movimientos: la carta natal y el eneagrama.

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