Apego Mental

El fruto de la desconexión
La mente es una parte de nosotros que vamos a necesitar en el día a día. Ella se encarga de organizar, planear, proyectar y crear contenido; estas funciones son importantes para movernos en el día a día, solucionar problemas, detectar peligros y reaccionar de forma adaptativa. Pero…¿qué pasa cuando la mente empieza a tener un papel más grande? ¿qué pasa cuando tomo decisiones en base a lo que ella planea, organiza, proyecta o crea?
Algunas de las cosas que pueden pasar son: que intentemos arreglar lo que no tiene solución (lo que ya han pasado, algo que podría pasar o incluso nuestras emociones), necesidad de controlar (básicamente todo) y presencia de perfeccionismo maladaptativo, o que nos bloqueamos intentando elegir “lo mejor” (y al final no elegimos nada, porque no sabemos qué es lo mejor), que nos movemos con prisa y urgencia y que nos motivamos desde la presión (“tengo que…” y “debería).
Cuando la mente no solo hace su papel, sino que empieza a estar más presente en nuestra vida (como lo que comento en la descripción de arriba), podemos hablar de vivir en la mente. Esto empieza de forma que los juicios e historias de nuestra mente cobran una mayor importancia que la realidad objetiva y se vuelven ideas rígidas difíciles de cuestionar. Sobre-simplificamos la realidad en forma de bien/mal, correcto/incorrecto y nos limitamos en muchos aspectos: nuestra toma de decisiones ya no es nuestra, sino de la mente.
¿Qué es el apego mental?
Podemos hablar de apego mental cuando nos cuesta mucho salir de la mente, cuando no diferenciamos entre lo que queremos y lo que la mente dice que queremos. Puede sentirse en forma de bloqueos, ansiedad, tensión corporal, estado de alerta sostenido…
Necesitamos recordar que la principal función de la mente es detectar peligros y ayudarnos a adaptarnos a ellos. Imagina cómo es la experiencia de estar constantemente esperando peligros… Exacto: agotadora, tensión constante e incluso podemos llegar a estados de vacío y confusión. De esta forma se activa un filtro mental por el que los estímulos que percibimos serán en su mayoría peligrosos (aunque nuestra vida no corra peligro).
Cuando nuestra mente empieza a coger carrerilla y protagonismo, comenzamos a sentir seguridad a través de ella.
¿Cómo es esto? Significa que empezamos a sentir seguridad cuando evitamos el peligro. Esto parece lógico, pero más lógico es sentir seguridad cuando NO HAY peligro, cosa poco probable cuando mi mente está chequeando esta posibilidad en (casi) todo momento. Entonces, empezamos a depender de evitar los peligros e imagina lo que pasa… Cada vez hay más peligros que evitar, es decir: bloqueo y ansiedad.
Me gusta decir que la seguridad que sentimos a través de la mente no es real, no porque no exista o no se sienta, sino porque no es estable en el tiempo, pues otro peligro aparecerá que la desestabilice, y cuando lo hace solemos entrar en caos y drama. Solemos sentir este tipo de seguridad cuando percibimos control de nuestro entorno o de nosotros mismos, por ejemplo, sentimos seguridad cuando después de haber estudiado tenemos un aprobado. Sentimos que hemos controlado el aprobado al estudiar, cuando la realidad es que hay otros factores fuera de nuestro control que no (queremos) tener en cuenta, como que la persona que haga el examen ponga preguntas sobre el temario que nos hemos estudiado y no de otro, o nuestros propios nervios que nos dejen la mente en blanco, o que suene la alarma de incendios durante el examen y no nos dejen repetirlo…
[tu mente empezará a poner excusas de por qué esto no es posible, vale, es posible, quizá menos probable, pero es posible y no quieres pensarlo, un poco de honestidad porfi]
El control no existe, la sensación de control surge por sentirnos bien cuando nos estamos engañando a nosotros mismos.
Sentimos seguridad cuando llegamos a conclusiones que justifican lo que ha pasado/va a pasar pero que no están teniendo en cuenta otros factores, es decir, son limitadas. Cuando nuestra única forma de sentir seguridad es a través de la mente (control), vamos a depender de ella para vivir, ahí es cuando aparece el perfeccionismo.
Seguridad “real”
Hablamos de seguridad real cuando podemos conectar con nuestra realidad y SENTIR que no hay peligro, que mi vida no está en peligro cuando mi pareja no contesta, ni cuando salgo a hablar en público, que mi vida no está en peligro cuando me siento sola, o cuando las cosas no salen como quiero, o cuando mi cuerpo se siente incómodo.
Podemos hablar de seguridad real como la confianza en la que podemos estar en el mundo sin intentar arreglarlo, tomando responsabilidad de lo que nos corresponde (empezando por lo que sentimos) y soltando aquello que no podemos cambiar.
¿Cómo paso de un extremo a otro?
Lo normal es que si te has sentido identificada/o con la primera descripción, tengas prisa por cambiar esto. Bien, la prisa solo va a aumentar tu apego mental y la necesidad de “quitarte cosas de encima” (controlar) como emociones y sensaciones.
Lo primero que necesitamos para salir del apego mental es: ser conscientes del apego mental, ¿cómo? Cuando hay presencia de:
Exigencia: la exigencia se puede notar en nuestro diálogo interno. ¿Nos hablamos desde la presión y la urgencia? ¿desde la prisa? ¿desde una fuerza externa que nos dice lo que tenemos que hacer o deberíamos ser?
Bloqueo: nos estimos estancados en una situación o en la vida en general (sensación de confusión) porque tenemos más en cuenta lo que ha ocurrido y lo que ocurrirá que dónde estoy ahora mismo.
Desconexión/egocentrismo: no nos sentimos parte del mundo, no tenemos en cuenta aquellos factores externos de los que dependemos: naturaleza, donde entran otras personas, el clima, otros seres vivos, etc.
Impaciencia: movernos desde la prisa por cambiar o arreglar cosas, cuando ni si quiera tenemos claro nada. La impaciencia suele avisarnos de una intolerancia a sentir, sobre todo sensaciones desagradables como la incertidumbre, el dolor, la confusión…
Control: necesidad por cambiar y arreglar todo, sin preguntarnos si quiera cómo nos sentimos o si podemos de verdad cambiar/arreglar lo que tenemos delante.
[Seguro que hay más señales de apego mental, pero creo que podrían englobarse en estas 5.]
Lo siguiente que necesitamos para salir del apego mental es soltar. Aprender a soltar conlleva un tiempo que dependerá mucho de cada persona, no es algo que tenga un manual de instrucciones con pasos a seguir, pues habrá a personas que les funcionen algunas herramientas que a otras no, y viceversa. Aprender a soltar conlleva aprender a mirar y sostener aquello que queremos soltar. Pues si hay mucho apego mental es posible que hayamos desarrollado una estrategia de evitación a algunos aspectos que mi mente considera como peligrosos: como las emociones.
Evitar sentir nos llevará a lugares oscuros de nosotros mismos en los que somos los malos de la película y “no hay nada que hacer” con ello.
En casos de intolerancia a sentir necesitaremos (seguramente) un/a guía que nos ayude a dar los pasos necesarios para conectar e ir quitando capas de miedo a sentir. Esto es algo muy personal para llevarlo en 4 pasos.
Algunos recursos que pueden ayudar a nuestro aprendizaje a soltar:
Mindfulness/Atención Plena: desarrollar nuestra consciencia nos ayudará a mirar lo que nos sucede y ser más honestos con nosotros mismos.
Compasión: desarrollar una voz compasiva y amable que nos acompañe en los momentos de sentir dolor será imprescindible para no apegarnos a las emociones dolorosas.
Trabajo corporal: el cuerpo es un gran aliado para ayudarnos a sentir y a soltar la energía que no queremos mantener.
Por último, para salir del apego mental, vamos a necesitar un trabajo espiritual. El trabajo espiritual puede llamarse de diferentes formas: conectar con tu esencia, desarrollar una voz propia, tener presente un yo genuino/auténtico. Con todo ello nos referimos a lo mismo: conectar con nuestra intuición, con esa parte de nosotros que es más abstracta, con el respeto hacia nosotros y hacia la vida, con el amor que tanto necesitamos.
Tu mente se está preguntando ahora mismo cómo trabajar esto último, es normal, pues ella quiere soluciones organizadas, pero lamento decirte que no funciona así, el trabajo espiritual (al igual que el de soltar) dependerá de cada persona y sus experiencias, tiene que ver con sentirse realizado y conectado con la vida.
Más contenido sobre apego mental
Para finalizar este tema, me gustaría dejar por aquí dos artículos de mi compañera y amiga Verónica Morera que me han inspirado a generar este post y tienen mucho que ver con el apego menta y cómo se siente: